¡Ay, me duele la nalga izquierda, creo que me dará un infarto! [porque amé esa frase *se ríe como idiota*]

¡Conjuntivitis a la vista!

Si se me va algún acento o coma o punto o algo, no me estén chingando porque, en primer lugar, no traigo los lentes y a estas alturas de la vida ya no distingo bien las letras [eso de andar escribiendo y viendo el teclado is so  1993]; en segundo lugar, ¡HORROR! mi ojito izquierdo anda de drama-queen y no deja de arder y está como si se hubiera puesto una pachequiza el solito y pos no está padriuris porque no me invitó ni un toquesito; y en tercer lugar, este es mi blog y se me pueden ir los errores que yo quiera, para eso lo tengo.

Terminadas las aclaraciones, cuéntoles: Me puse malita. Usted dirá "¡Esta pendeja es una pinchi hipocondriaca! ¡Eso ya no es novedá!", pero no malita de ¡Ay, me duele la nalga izquierda, creo que me dará un infarto! o de ¡Ay, mi ojito se me va a caer porque me arde y soy bien pussy!, no señor, sino malita como de los sentimientos, cosa que está bien pinche pinche porque una tan casi cuarto de siglo y todavía haciéndole a la mamada con esas cosas, pos como que no.

Resulta ser que ahorita traigo un batidillo sentimentaloide como bien asqueroso *puaag*, desos que le dan a una mujer normal cuando anda hormonal pero que a mi me dan cuando ando en la pendeja; o cuando ando de chismes en mis fotos y me encuentro unas de otros tiempos cuando éramos ricos y felices y nos bañábamos en champañññ y nos limpiábamos la cola con billetes de $600 CND, los mocos con los de $1,200 CND y secábamos las lágrimas tcon los de $10 CND; o cuando de plano no sé si voy, vengo, me regreso o me vengo.

A ver, díganme ¿por qué chingados la vida era tan maravillosa a mis 21 y ahorita a los casi 25 está tan de la ñonga del muerto? Se supone que tendría que ser al revés ¿no? A los 25 debería estar disfrutando de la abundancia, del red-head-big-dick y de las idioteces de mi queridísimo Joaquín, pero ni abundancia, ni perro que me ladre [Jonaz es aparte, a él no lo metan en esto] ni Joaquín. ¿Acaso está llegando el momento de volver a irme a tierras desconocidas?


Así como con ganas de volver a mandar todo al coño de una prostituta de Sullivan e iniciar una nueva vida en sabrá dios-padre-redentor-aplaca-tu-ira-y-tu-rigor dónde. De decir: "Tú, tú y tú... sí, tú: ¡Chingan a su madre por brutos y groseros y ciegos y pasaditos de cabrones!". De volverme viejita y tener la autoridad que la edad y le experiencia le confieren a una, cual Poder de Grayskull, de decirle "pendejo" a cualquier persona porque la edad y la experiencia te dicen que a huevo tienes razón. De comerme mi paleta de dadito.

Y ya. No me juzguen por usar mi blog de consolador [porque esta madre ni vibra ni me causa orgasmos]. Mejor quiéranme, sáquenme a que me dé el solecito, invítenme unas chelas y a un chichero [sí, sigo de necia con que quiero ir a un chichero ya que nunca fui al Cine Teresa] o, de a jodidos, denme una palmadita en la espalda cuando me vean en la calle porque ando de nenita quejica crap y hace mucho que no andaba así de tarada.

Cuando se me pase, mándeme mucho a la chingada por andar escribiendo estas cosas en el blog y no conseguirme un terapéuta. Yo les aviso cuando eso suceda. Gracias.

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