Amalia me llamo y amando voy...

Si a mí lo que me sobra es inconformismo y para no perder la costumbre [porque esto de disipar tradiciones no está padre y hace llorar al niñitodios] de tener harto pegue con los señores usuarios de los descuentos propios de la tercera edad, ¡que me ligo otro taxista viejito! [como sucedió hace tiempo y les conté aquí]. Pero no crea usted que la historia se repitió tal cual. ¡NO!


Pues ahí tienen que se me han hecho unas mañitas bien pinches feas y entre ellas, me da por procrastinar de lo lindo y ya para cuando me doy cuenta, se me hizo tarde para llegar a algún lugar o terminar determinada tarea o así. Hoy no fue la excepción. 


Había quedado con el buen Toño de estar a las 11:45 a.m. para ir a ver el partido [Pumas vs. Chivas] a alguna cantinita escondidita y acogedora y retefolclórica desas que sólo encontramos en el Centro Histórico de nuestra cochina ciudad.


Cuando me di cuenta, ya eran las 11:30 y como yo seguía rascándome de lo lindo la panza, pues me paré en chinga, corrí a vestirme y salí veloz, cual piruja perseguida por una patrulla, a la cita. Como mi prisa era tal, decidí tomar un taxi que me dejara en la estación Normal y de ahí irme en metro para no gastar tanto y tomar a gusto sin presiones económicas.


'Tons, ahí estaba yo, paradota como plastilina amorfa esperando un taxi, cuando de la nada, uno apareció; le hice la parada [¿sólo soy yo o eso de "hacer la parada" suena a albursotototote?], se acercó y divisé un viejito con lentes de sol y sombrero de Indiana Jones. Como yo soy bien fans de Henry Walton Jones Jr., pus pensé: "¡Anda la osa! Este viejito se ve aventurero. Me subiré sin miedo". Y que me trepo.


Mi amabilidad al subirme a un taxi salió a relucir y le di los buenos días al buen hombre del buen sombrero, cosa que él contestó con un "¡Muy buenos días, tenga usted!". Para mis adentros, pensé que, aparte del buen gusto en los accesorios [?], este hombre en cuestión era una buena persona. [Buenísimo párrafo ¿no? Tanta bondad en mi pendejismo para escribir a estas horas me deslumbra.]


Total, todo iba de lo más plano hasta que se me ocurrió abrir el pinche hocico para preguntarle si el partido empezaba a las doce o media hora después [con eso de que las televisoras gustan de aventarse media hora pre-partido] y eso fue todo para que valiera madres. Cito textual la conversación:


Taxista: ¡Empieza a las doce, señorita! Pero todavía tiene quince minutos para llegar. Usted, ¿a quién le va? 
LauRa: ¡Pues a los Pumas, señor! -¡posoye!-. 
Taxista: ¡Ah, muy bien! ¡Entonces yo también le voy a los Pumas! -aquí es donde me empezó a sonar, en la cabeza, la alarma estilo comerciales de "Much'ojo" con todo y la Chilindrina, pero como me cae mal ese personaje, ni le puse atención-. 
LauRa: ¡Vientos, señor! 
Taxista: Oiga, señorita, con todo respeto... ¡está usted bien guapa! y se ve que tiene un carácter bien bonito, oiga. 
LauRa: *inserte mi risa nerviosa aquí* ¡Aaaah, no pues gracias señor, pero ni me conoce! -"¡Viejo pendejo!", pensé-. 
Taxista: No, pues supongo que igual se enoja y se pone loca [sic] cuando la molestan, pero no se enoje conmigo, yo se lo digo con todo respeto.
LauRa: ¡Gracias! -¡híjole! yo ya no veía la hora para llegar a la Normal y correr despavorida-. 
Taxista: Y, pos así como está bien bonita, también ha de tener un nombre bien bonito ¿no? 
LauRa: ¡JAJAJAJA! Sí, señor. Me llamo Amalia. Y ¿usted? -¿de dónde pinches vergas me saqué ese nombre?-. 
Taxista: Yo me llamo Alejandro. 
LauRa: ¡Áaaaaaaaan-dele! ¿Como el de la canción de Lady Gaga? -¡jijiji! Fue lo primero que se me ocurrió-. 
Taxista: Pus yo creo -a estas alturas ya estaba doblada de risa en mi cabeza-. Y ¿tiene novio? 
LauRa: Sí, señor. Ahorita se quedó trabajando en la casa. -¡'sa mamada!-.
Taxista: ¡Aaaaaah! ¿Vive con él? 
LauRa: Así es. Llevamos un año viviendo juntos, ¿usted cree?
Taxista: Y ¿pa' cuándo la boda? 
LauRa: No, pus no. No creemos en el sagrado matrimonio, preferimos ser novios por toda la eternidad hasta que la muerte nos separe -a veces me da miedo que me salga tanta pendejada de la boca... pero sólo a veces-.
Taxista: ¡Ay, estos jóvenes di'ora! Pero está bién, señorita, si ustedes son felices así, ¿qué importa lo demás? 
LauRa: ¡Exacto! -sí, esperaba ansiosa su aprobación, sino no iba a dormir en semanas-.


Aquí es donde por fin se hizo uno de esos silencios que se agradecen con todo el ser porque ya estábamos cerca de nuestro destino y así, al llegar, sólo fue una sarta de nimiedades propias del "¿cuánto le debo?" y del "¡gracias, que tenga buen día!" y del "¡igualmente!" y de la verga del muerto.


Espero con todas mis ansias propias de mis ataques de ansiedad que, cuando sea viejita y arrugadita cual pasita, tenga los huevos para ser tan raboverde como los cabrones con los que tengo más suerte en el amors: Nuestro querido cuerpo de Ruleteros, héroes anónimos que nos manejan lo que viene siendo toda la ciudad sin ayuda del Guía Roji. 


¡Que diosito me los guarde en su seno, lejos de asaltos o infartos para que tenga qué contarles aquí en este blog pachiche cuando se me acaben las ideas buenasbonitasybaratas y me den minutos de sano entretenimiento en lugar de brindarme un viaje en el que vaya tan divertida como huevo en salmuera!

Comentarios

Jinete_Enmascarado ha dicho que…
Amen

jajajaj bueno los ruleteros y taxistas tambien tienen su corazoncito y hacen su luchita

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